24.2.10

Livianas e intrascendentes

Vanas antologías que leo
conforme devora la noche
Impunemente.
Son livianas e intrascendentes.
No hay chispa.
Esto me alarma, me despierta.
Dejando de lado el color de
los privados,
Resueno mis quejidos,
pero los disfrazo
Para no ser percibidos a mi alrededor.
Improviso, acomodo y muestro la dentadura,
Resignado a no querer dar mucho pleito.
Son todas,
livianas e intrascendentes.
Confites ya chupados
Y tirados en el suelo
Arrasados por la hormigas
las cucarachas.
Son solos.
Deberían corregirme
decir que son solas,
Y también, livianas e intrascendentes.
Semillas de plástico,
Hojas de papel maché.
Corrosivas, contraproducentes,
Contrarrestantes.
Macizas
concretas fallas.
Puntos sobre excitados,
A los que les puse la lengua en el clítoris
En signos de interrogación
Y entre paréntesis.
Estiradas mentiras blancas,
No por inocentes, si no por descoloridas,
Flacos sobres descansando en el buzón.
Ocurrencias que fueron de verdad pifias.
22 mil puestas en la puerta del prostíbulo
13 mil coladas en la carta
3 mil entregadas al taxista.
Son todas livianas e intrascendentes.
Absurdas parodias de
las muertes completas.
Sagas de cantos
De letanías engorrosas.
Cambios repentinos a las estaciones.
Pero las del radio,
en media canción artificiosa.
Andan buscando la voz
de algún tipo al que le puedan seguir el trazo,
para que canten desgalilladas por cualquier idiota
como el perro sarnoso de Arjona.
Son estas pobres
luciérnagas apagadas.
Adornadas como
Bombetas,
Globos,
Fiestas
Que prometen
con la seguridad de que no les corresponde cumplir.
Flotan livianas y se olvidan pronto
por su intrascendencia.