Construirte, con ambas manos; darte forma, darte tu campo en el tiempo y el espacio.
Recorrerte, dejar que mis dedos sean mis guías en los caminos azarosos a tus cerros, en tu selva y tus ríos.
Observarte con los ojos cerrados y tener la clara imagen de que estas allí con tu espalda apoyada en mi pecho.
Escucharte y que sea una voz distinta la que se desborde de tu garganta, comprobar con los labios las vibraciones de tu cuello.
Irrespetarte, sin dejar evidencia; difuminar la ya tenue línea entre ser tu presa y tu perseguidor, si caímos o nos atrapamos.
Convencerte, sugerirte, palparte y soportar las ganas de rogarte.
Venerarte, mientras miro como te transfiguras y te deshaces de cada una de tus amarras cuando emerges y te vuelves paradisíaca, monumental y titánica.
Rezarte por los imposibles, por la purificación de los mortales, por los misterios del universo, por la paz de los agitados y la noche de los desvelados.
Absorberte, presuroso de querer llevarme conmigo lo que pueda caber entre la canasta que invento con mis dos manos; arena de tus playas, la fragancia de tu sexo.
Dibujarte en la frente, en el coxis, en los muslos, en el ombligo, en la palma de mi mano.
Intuirte, saber que soy extranjero y mi visa expira a paso desenfrenado.
Desearte las buenas noches y prohibirme confesar, so pena de las peores torturas, que mataría a todos los dioses del Olimpo sólo para verte dormir.
Negarte, tres veces antes de que amanezca.
Dejarte, irme temeroso de que con el tiempo, mi mente quiera hacerme creer que solo te soñé; querer tomar algún papel y escribirte, pero en realidad lo que quiero es un mapa para algún día volver a infiltrarme en tus jardines.
“Oh please god bring relief even if it’s only brief that she says that we were just make-believe but I thought she said maple leaves” -Jens Lekman, “Maple Leaf”
Clavado a las escaleras. Leyendo a oscuras y con los ojos cerrados los borradores en mi cabeza que te he quemado y los que quedan por quemar. Arrancando las sillas de las esquinas y las mesas. No veo delante, donde termina esta calle de lastre. Mi trayecto es corto y definido y el tuyo va girando sobre el mío, Esquivándome y perdiendo opacidad. haciéndose de noche. Me di cuenta tarde que dejé la puerta siempre abierta y sin llave, dejando que el tiempo pasara sin querer apurarlo. Pero, descubrí que tus besos son una cama desarreglada y una noche agotadora con muchos pasos en reversa. Testimonio de que aún hay muchos vasos por voltear, y ron por regar en tu vientre sudoroso. Pero a mí no me corresponde invitarme solo. Pues cadenas no tengo, Y nadie a quien reclamar por dueño. No tengo nada más que pliegues de Sol y el calor de tus bragas aún en mi bolsillo. A mi no me duelen las manos por cargarte ni la boca por tocar tus labios. Aun sin mentir, ni diciendo la verdad, no te reprocho nada… el color, el sabor, y la esencia… serán siempre los mismos, Eso lo sé, Y nunca ha importado cuando las luces están apagadas. El accidente pasó y vivimos para nunca contarlo.
Esto no es una estrategia premeditada,
no es una movida de tablero.
Es una sacudida disparatada,
hecha a lo que salga.
No sigue las rígidas tabulaciones
de un plan maestro,
Persigue, mejor dicho,
los pasos azarosos del caos.
No esta planteando
un laberíntico acertijo,
tan solo dibuja trayectos
improvisados en el aire.
Que te quede muy en claro,
que no pretende comprobarte
que tuve los huevos para hacerla
y el descaro para negarla.
Solo porque me vino en gana
despojarte de una palabra,
de tus ropas, de tus labios.
acomodarte en el espacio de mis brazos,
y balancear tu hilo en mi dedo índice.
Esa lengua que tenés, esa retráctil lengua. Esa filosa navaja que llevas en la boca… esa que vos llamas lengua. Esa guadaña sigilosa Que acaricia y chapotea en el licor, Esa que vos llamas lengua. Que de recorrerme el rostro me dejaría rasurado, y que podría cortar el viento y separar las moléculas de la noche. Es tu lengua, una espada líquida, de esgrima flexible y dóciles acrobacias. ¿Será por eso que siempre el destello de tus ojos Interpreta la seguridad de una mujer que esta armada?
“She’s looking at you / I don’t think so, she’s looking at me…” - Counting Crows, “Mr. Jones”
Escuchando como cantas dándome la espalda. Yo que duermo en misa, ninguna de tus piezas se me escapa. Todos en la barra se humedecen los labios y piden que los embriagues. Yo cuento todas las veces que solo a mi me cantas. Y borras cualquier duda, las siete veces que me miras y sacas la lengua. Decido que no quiero tomar el vino de tu voz de la copa de la que toman todos. Prefiero beber directamente de tu boca. que se derrame por tu cuello, y la comisura de mis labios. Que me llene la ropa y el paladar. ¿Y qué importa si me emociono y me de por pensar tonterías? Si bien que me gusta oírte cantar y soñar que es solo a mí.
II.
“me chupo el dedo, cuando sabe a coño” - Joaquín Sabina, “Me chupo el dedo”
El albor callejero nos persigue desde que salimos del bar. Escaló hasta nuestra ventana, encontró la soltura de tus jeans y la puerta entreabierta al paraíso más pequeño del mundo, un sexo generoso y acogedor. Una esquina de gemidos con sordina y comunión horizontal. Procurando que nadie despierte, en la alfombra de la sala, acomodándonos en el suelo. En el piso dando tumbos; batallando, poniendo resistencia y rindiéndonos. Dejando que la saliva nos avive las brasas. No hace falta cobija, las protestas y suplicas se derriten en la piel ardiente de tus pezones. Este sabor a locura, de presurosa huida a querer entregarme, lo empuja el anuncio repetido de que llegas… tres o cuatro veces
Espacio dedicado a los acensores vacíos y al resucitado tren de Heredia. A la memoria de los caídos en el deber de la irreverencia y a las mujeres del prójimo. A las teorías de la evolución y el caos. A la memoria de G.W. Villalobos y a los discriminados por no ser vegetarianos.Al team florense y demás habituales derrotados. Al hábito de la lectura y los discos. A Rosario Dawson, Michelle Reis y Rita Hayworth. Y, sobretodo, a quien lea estas líneas y se sienta identificado.